miércoles, 19 de junio de 2013

La entrevista al periodista Eduardo Añorve Zapata.


Al ver tus imágenes, conociéndote o sabiendo que eres pintor, lo primero y más recurrente que piensa la gente es que te has convertido en un fotógrafo; sin embargo, si uno mira con atención se da cuenta que, en realidad, en esas imágenes sigue estando el trabajo y las preocupaciones, los métodos, las técnicas, motivos. incluso, del pintor. ¿Qué dices al respecto?
De acuerdo. La fotografía es una de mis pasiones acérrimas. No me considero fotógrafo; pero he hecho fotografías desde hace años, incluso, trabaje  para ciertas instituciones y particulares como fotógrafo. Sin embargo, a medida que envejezco mis facultades ópticas disminuyen y me es difícil, por ejemplo, enfocar por el visor. (Problema solucionado ahora, en las cámaras con pantalla.) La abandoné por un tiempo, pero con cierta recurrencia vuelvo a ella. Quien piense que me “hice fotógrafo” de la noche a la mañana, yerra absolutamente. Podría afirmar que mi relación con la fotografía es paralela a la pintura. Es un medio, un instrumento más, con el fin de hacer arte y en estos momentos  se ha vuelto  prioritaria.
 Veo y siento el objeto a fotografiar con los  mismos valores y problemas plásticos  a resolver en un cuadro. Es curioso, ahora que lo pienso, pero raras veces una pintura mía esta basada en fotografías, no así mis dibujos.  Sin duda, hay un pintor detrás del objetivo. Puede sonar hasta mamífero, pero quiero (queremos) pintar con una cámara.
¿Cómo o por qué utilizar la fotografía para expresarte?, es decir, ¿cómo nació este proyecto?
En el “Galgo morado” usamos la fotografía para darle vuelo al ego y documentar nuestra actividad. Es también un auxiliar didáctico. Con la cámara, por ejemplo, estudiamos composición y podría decir, que bocetamos  con ella. Cuando digo “cámara”, en muchos casos me refiero a “celulares”, propiedad de los muchachos. Muchas fotos mías, están tomadas con semejantes artefactos.
     “Un estudio fotográfico del Templo Parroquial de Santiago Apóstol de Ometepec”; nació circunstancialmente. Rudisael Lara Ibarra, un muchacho de la Colonia Villa Hidalgo, asiste al taller con su cámara y le gusta apretar el obturador a diestra y siniestra. Una tarde se le ocurrió fotografiar, desde el pasillo de nuestro estudio a la iglesia mayor, unos minutos antes que oscureciera. La imagen con un cielo dorado, pero subexpuesta, me llamó la atención. La procesé para mejorarla y la subí a “Facebook”. Red social donde difundo el quehacer de nuestro taller  de artes plásticas. Me sorprendió la cantidad de “me gusta esto” y continué subiendo el material subsecuente, cada vez con mayor calidad para mi sorpresa. Al percibir la aceptación, propuse a Rudi, hacer una serie con la intención de exponerla entre nosotros. Fue entonces que empezamos a trabajar ambos con la cámara. Pedí permiso  a Monseñor Rafael Cortes para deambular con libertad por el templo y nos fue concedido. Literalmente acechábamos los cambios del cielo; las variaciones de luz, tanto natural como artificial. Recorríamos la nave de la iglesia cuando estaba solitaria y nos trepábamos a la torre, en distintos momentos del día. Por seguridad, evité –y hubo que detener a Rudi- llegar a la torre sin campanas o caminar sobre la bóveda principal. 
            Afirmo que sin las “puntadas”  iniciales del joven tallerista  y la aprobación  de la comunidad “facebookera”, nuestra aventura fotográfica no habría sido.

¿Qué herramientas utilizan para crear sus imágenes? ¿Podrías describir ese proceso?
Dos cámaras  digitales de mediana calidad. Una “Sony “de 10 pixeles, sin mirilla y un “zoom”, para mí inútil, pues aumenta el ruido desagradablemente. Y una “Fujifilm” con mirilla y mejor “zoom”, con una leve mejoría de resolución. Ambas óptimas a luz plena pero deficientes a menor intensidad luminosa. (Y las fotos que buscamos son casi nocturnas.) Las usamos alternadamente, aunque yo prefiero la “Sony”, un poco mayor a una caja de cerillos. Evitamos el “zoom” y nunca recurrimos al “flash”.
    Luego de acopiar las imágenes, las proceso en la computadora con dos programas de la familia “Photoshop”.Generalmente, están sub o sobrexpuestas, desenfocadas  las menos; otras con el color mortecino y muchas, francamente fallidas. Corrijo lo posible y elimino la basura. Este trabajo lo realizo con la opinión de Rudi Lara, a quien le pido, por ejemplo, me ayude a recordar el color mas parecido a la realidad. Trato de no falsificar, de no exagerar, de manipular lo menos posible. Nuestra intención, no es documentar sino tocar los territorios del arte.  
¿Por qué la iglesia?
No fue deliberado. El templo de Santiago Apóstol es la obra arquitectónica más notable en Ometepec por sus dimensiones y está a… unos pasos del taller. La veo desde el patio todos los días. Quizá fue el mayor pretexto. Se dice que “el bosque no deja ver los árboles” y fotografiarlo, me permitió ver los detalles. Descubrí cierta grandeza en lo que antes me parecía un edificio grandote. Le dicen “catedral”, por sus dimensiones, por cierto, olvidando su verdadera dignidad de templo parroquial. Tiene una belleza particular. Algunas tomas hacen pensar en ciertas ciudades europeas y no es gratuito. Por decir lo menos, su cúpula está inspirada en la clásica basílica romana de San Pedro 
Lo que a mi me impresiona es el espacio de su interior. Cierto vacío que hace recordar la austeridad de un mezquita. Y la luz que entra tamizada, cambiante al transcurrir el día. De noche se ilumina por dentro y –en ocasiones- por fuera, con un rico juego de luces y sombras provocadas por la luz artificial.
Fotografiarle fue desafiante. El “flash” está prohibido porque los destellos decoloran los ornamentos dorados y bueno, no lo usamos en realidad. La perspectiva siempre aguda, a contra picada y no tuvimos un “gran angular” u otros lentes que nos permitieran ampliar los encuadres. Para mí, insistir tanto en el recinto fue un descubrimiento hasta chovinista: ahora lo veo como el icono por antonomasia de la ciudad.
En cierto modo la fotografía es una abstracción de lo real; ¿cómo consideras esas imágenes (me refiero a las de la iglesia): meras abstracciones, postales, etc.?
Lo que menos quisimos hacer son postales turísticas. Que resultaran bellos paisajes, se debe a los increíbles celajes de aquellos días y no íbamos a dejar pasar la oportunidad. Una veta de la serie obedece a un principio: registrar los cambios atmosféricos y el transcurrir del día alrededor de la iglesia, desde dos perspectivas invariables: el ya citado corredor y la Escuela de Enfermería.  En segundo lugar, fotografiar a la iglesia en relación a su ubicación en la ciudad, desde todos los puntos de vista posibles. Y, el templo mismo en su interior, en su exterior y sus detalles arquitectónicos, ornamentales y de culto. Esta última intensión es la más seductora para mí y el resultado es, en mucho, abstracto.
 Nos enfrentamos, en esas fotos, a la visión de un artista, Jaime Ignacio López, quien es el guía del taller Galgo Morado; ¿se puede hablar de que en estas imágenes el pintor proyectó sus preocupaciones estéticas?
 Sin duda alguna, pero las comparto con Rudi Lara. Como buen aprendiz bebe de las mismas fuentes que yo y hace sus propias aportaciones. Algunas fotos las tomamos los dos en el mismo instante y la elegida a menudo no fue la mía. Cierto es, que el resultado final pasa por mi filtro, pero procuro respetar sus contribuciones. Es una obra colectiva, realizada por dos, al alimón. La próxima exposición, la haremos cada quien con su nombre y el proceso total responsabilidad de quien firme.
¿No te parece paradójico que la apreciación de su obra (artística, por supuesto, independientemente del soporte utilizado) esté dándose hacia el fotógrafo y no hacia el pintor? ¿A que atribuyes este fenómeno?: la fotografía remite a la realidad al espectador?, ¿el sentido abstracto o figurativo de tus cuadros es menos “digerible” para el público?, ¿o qué?
Otro hecho circunstancial. La serie no fue creada para ser expuesta. Al menos, mas allá de nuestra comunidad. El proyecto mismo se desbordó. De unas cuanta tomas que pensábamos hacer y agotar el tema, no exagero, llevamos varios cientos  y el motivo es casi infinito. Algunas las considero ensayos y las retomaremos. Y no hemos terminado, esperamos la lluvia, los rayos, otros cielos y luces, bañando al edificio religioso.
             Por supuesto que mis cuadros son menos digeribles. Pero el verdadero problema es que he pintado poco y en los últimos meses nada. Mi colección de cuadros ya no me pertenece y todo está a medio hacer en el taller o peor aún, en mi cabeza esperando.  La exposición de Chilapa, la propuse como una alternativa, por no llenar con mi obra el espacio al que fui invitado. Por fortuna aceptaron y el resultado es extraordinario. En unos días será expuesta en Tixtla y al parecer, tiene cuerda para un buen rato. ¿Feliz?

…Como una lombriz ebria.  Orgulloso de las fotos y de mi tallerista, coautor de las mismas: Rudi Lara Ibarra. A quien le quiero hacer un reconocimiento, no por generosidad  sino por elemental y necesaria justicia. Recuerda el poema, por favor: él es, un “Galgo Morado”.

La inauguración de "Estudio fotográfico del Templo Parroquial de Santiago Apóstol", en Tixtla.